Visitar el cementerio de un pueblo o ciudad es conocer su historia. Su arquitectura simple o compleja refleja el desarrollo y evolución de su comunidad. Su simbología mortuoria nos enseña las costumbres, hábitos y pensamientos. El recorrerlo es un paseo por la historia de su comunidad, en donde se conjugan y reflejan, la prosperidad y la escases, la relación, significado e importancia de sus antepasados, de sus costumbres y raíces.
El cementerio de Navidad es uno de esos comentarios en que el pasado está presente con fuerza, pero su presente está ausente, hay un espacio de discontinuidad entre dos períodos, lo que se refleja en un deterioro. Una comunidad en la que, posiblemente, las nuevas generaciones ya no están, han emigrado y con ello se han roto los lazos con sus antepasados y sus historias van desapareciendo y olvidando.
