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Liceo Oscar Castro Zuñiga visión de 1934

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El libro “Motivos Rancagüinos” del autor Joaquín Garay Reyes, recoge una serie de artículos de diferentes ámbitos del Rancagua de 1934. Uno de ellos titulado “Los Liceos”, describe a los dos principales focos de luz de la región, y porque no decirlos del país. La siguiente transcripción recoge la visión de 1934, del actual Liceo Oscar Castro Zuñiga, destactando su calidad formativa, en especial hacia las mujeres, y su celebración aniversario.
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El Liceo de Hombres tiene un espacioso edificio en la calle Germán Riesco. Es un edificio de regular edad, y aunque se le haya hecho algunas reparaciones y agregados, no presta las dilatadas y necesarias comodidades que requieren los locales de enseñanza a fin de que desarrollen en todo sentido su misión cultural, no sólo en sus aulas, sino a la vez en el ambiente ciudadano en que están situados.
Lo dirige don Aníbal Hidalgo entusiasta y trabajador pedagogo que ha seguido inteligentemente la huella de su antecesor, don Enrique Sepúlveda Campos; ambos han elevado a este establecimiento a la altura de lo que hoy tiene; tanto por su prestigio como por Ia utilidad que presta al desenvolvimiento educativo de Rancagua y de su región.
Cuenta actualmente con una matrícula de 400 alumnos, entre enseñanza primaria y secundaria y en vista de que su colega femenino no tiene cursos hasta sexto año, sino hasta tercero, ha establecido la co-educación desde el cuarto año adelante para recibir a esta falange de jovencitas que quieren llegar al bachillerato, seguir una profesión liberal y ser más independientes en beneficio propio, para ayudar a su padres ancianos, si el matrimonio no las hace formar un nido aparte, y para ser útiles a los demás y contribuir al engrandecimiento intelectual de la mujer chilena. Algunos creen que no es tanto por seguir una carrera profesional el interés de las chiquillas de irse a este liceo, sino que el motivo casi único es por estar juntas con los chiquillos, conversar con ellos sin que sus padres se enojen, ser amigos y pololear si se puede, y familiarizarse con el sexo contrario desde joven para evitar después encuentros perjudiciales. (Instintivamente, la mujer es más sabia que el hombre).
Mixto o no, el Liceo desempeña su misión y cumple sus programas ampliamente, respetuoso para todas las ideas, independiente porque es educación del Estado, elogiado y admirado por güelfos y gibelinos. Su Rector y su excelente profesorado han sido capaces de laborar en esa tarea prestigiosa y con su tacto pedagógico y su preparación científica han podido modificar el matiz educativo lugareño, prosiguiendo la obra de sus antecesores.
El Liceo de Hombres de Rancagua es el faro de la cultura local y sus ex-alumnos están diseminados en todas las actividades profesionales, burocráticas, comerciales industriales y agrícolas de la zona y del país en general.
Son famosas las fiestas que se efectúan en sus nulas, sobre todo las que se celebran en su aniversario, el 29 de Julio, pues fue fundado en ese día de 1841. La velada que entonces se prepara deja la mejor impresión y su sala de actos no puede contener ni gran número de espectadores; el baile es otro de los números primorosos del programa y junto con el banquete en que toman parte solo los ex-alumnos, dejan gratos recuerdos en los asistentes.
Al mismo tiempo son renombradas sus exposiciones de trabajos y sus revistas gimnásticas de fin de año; en estas últimas los alumnos, esmeradamente uniformados, demuestran Ia preparación física adquirida durante el periodo escolar. Se presentan como cachorros del deportismo y como signos vivientes del empuje de la raza.
Texto tomado del Libro “Motivos Rancagüinos” de Joaquín Garay Reyes, publicado en 1934, por Imprenta La Semana, Casilla 45, Teléfono 103, Rancagua.

GARAY REYES, JOAQUÍN

Rancaguino, colaborador más antiguo de periódicos de la localidad, ya que empezó a enviar lucubraciones y párrafos en 1916 a La Aurora. La fuente de sus inspiraciones ha estado, en la mayoría de los casos, en motivos, anhelos y vistazos de su ciudad, sean con sabor a literatura, a historia o relacionados con problemas urbanos o de interés general. Varias de sus elaboraciones, y agregándoles otras las unió más tarde en cuatro libritos, no muy extensos. Ha usado en ocaciones seudónimos, siendo el mayormente repetido el de J. Garnier. Sus obras:
1.- Motivos Rancagüinos, 1934
2.- Pechos Generosos, 1938 – Narraciones, cuentos, novelitas cortas
3.- Anochecer, 1947 – Narraciones, cuentos, novelitas cortas
4.- Don Juan Nicolás Rubio, 1951 – crónicas y anécdotas

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